Después de seis meses de debate y más de 400 artículos bajados, el pasado miércoles se votó en el Senado de la Nación la Ley que ya traía media sanción de Diputados. Alcanzar las mayorías necesarias para la aprobación de Lay Bases y el paquete fiscal no estuvo exento de polémicas: desde embajadas, cargos con cuantiosos sueldos en dólares a rotondas para pequeños pueblos del sur de la patria.
De todas maneras, en este breve análisis no pensamos abordar los entretelones de una negociación, que nos guste o no, hace parte del juego de la construcción de mayorías parlamentarias. Cada uno de los que está ahí sabe cuánto vale su voto y si cree que su electorado se lo reclamara en el futuro cuando ponga su continuidad en juego en una boleta. Aquí, pretendemos pensar un poco, ¿por qué desde sectores del gobierno, minutos antes de la votación o minutos después de ella, dejaron expuestas las prendas de cambio por levantar la mano?.
Es sabido por todos, que Milei, “El Jefe” y “Santi” Caputo vienen a darle una pelea de vida o muerte a “La Casta”. Esa figura mitológica en la cual lograron acorralar a la política toda sin hacer diferencias entre un entusiasta militante de sus ideas y los veletas que por una rotonda en Choele Choel regalan los recursos naturales del país a capitales extranjeros. Esta pelea parecía ser sin cuartel, con un gobierno que buscaba no ceder en nada embanderado en un 56% de apoyo popular (en ballotage) que rápidamente encontró sus límites prácticos, más no así, en la construcción del relato.
La Ley Bases se negoció, se consensuo y se modificó para que encuadrara en los términos ideológicos de una mayoría parlamentaria. Podemos evaluar sus motivaciones, si fueron personales, colectivas, a pedido del gobernador o buscaron el voto popular diciendo una cosa, pero en su intimidad profesan otra. No va a ser hoy nuestro menester. Es decir, la Ley tuvo los procesos propios de la discusión democrática y evidenció que hoy en el poder legislativo hay una amplia mayoría de diputados y senadores que comulgan con ideas de derecha, liberales o fuera del paraguas conceptual del campo popular.
La Ley final es mala, nos ata de pies y manos en el mediano plazo, y va a hacer muy difícil a los gobiernos siguientes volver a poner al país en un camino de crecimiento económico, con inclusión y desarrollo industrial. Deja en manos extranjeras los principales motores que teníamos como sociedad para pensar un futuro próspero.
Decíamos al principio, el análisis de la Ley abunda y hoy queremos ver el porqué de exponer a “los aliados” que están dando gobernabilidad a un gobierno, que denota una gran incompetencia a la hora de gestionar y un intento deliberado de romper lo que funcionaba en el Estado.
Milei construyo su figura desde un discurso contra la política y los políticos, ya como presidente y con las negociaciones abiertas, no reparó en insultos para los diputados y senadores. Desde ratas a coimeros, y lo hizo generalmente para con los sectores que se encontraban prestos a “charlar” su voto. Si nos fijamos bien, no lo dice por el bloque de UxP que desde el momento cero se mostró en contra y cerrado a la negociación. Siempre lo dijo en alusión a los bloques que se predisponían “dialoguistas” – UCR, PRO, Peronismo no K, etc. – haciendo creer a muchos que eso haría caer las negociaciones. Para sorpresa de muchos, o no tantos, se lo acompañó igual. Emblemático es el ejemplo de De Loredo, que hasta lloró porque encima que les daba todo igual lo atacaban.
No podemos negar que el aparato comunicacional libertario está bien aceitado, y tiene un plan de acción coordinado y efectivo. Ellos entendieron que su “militancia” era ganar la discusión en las redes y no en las calles, y que desde allí construirían un nuevo sentido común (o no tan nuevo).
La idea de “políticos corruptos” como quienes entregan sus convicciones por una dadiva, ya está en el inconsciente y, generalmente, desde la política se busca demostrar constantemente lo contrario. Por lo que explotar ese concepto desde el universo libertario es fundamental para sostener su base de sustentación política y es la piedra angular de su discurso.
La aprobación de la Ley bases, con las negociaciones “filtradas” y la posterior confirmación de la compra de voluntades por la embajada de la Unesco para la Senadora Lucila Crexell de Neuquén, o el cargo en la Comisión de control de la represa Salto Grande para Kueider de Entre Ríos o el lobby privado para el RIGI en el triángulo del litio, que llevo a tres senadores de Unión por la Patria votaran a favor, dejan en evidencia lo que Milei llama “nido de ratas”.
En este breve análisis queremos plantear una discusión necesaria para el futuro, hoy es lo que hay, pero la política debe tomar estas oportunidades y mirarse internamente. No es casual que se filtrara que recibió cada uno a cambio por el voto de la entrega del país, o parte de él, por varios años. No es un error táctico el publicar en el Boletín Oficial el “toma y daca” diez minutos después de aprobada la ley. Hay una búsqueda deliberada de exponer a los cobradores.
Milei nos dice que la política es sucia, que nadie piensa en el país y que solo buscan su beneficio personal. Dejar expuesto que los votos se pueden comprar, es un pasito más a que todos pensemos eso. Porque hoy, incluso los que defendemos y creemos en la política como una herramienta de los pueblos, viendo esto, creemos, aunque sea un poco, que el Congreso está lleno de ratas.