El Gobierno nacional está avanzando con la venta de las acciones de la metalúrgica mendocina IMPSA, que fue capitalizada en 2021 bajo la administración de Alberto Fernández. Este jueves, en la casa de gobierno de Mendoza, se firmará una carta de intención de venta, y ya se sabe que una empresa norteamericana está interesada en adquirir la firma. Fuentes han confirmado que hay una delegación de IMPSA en Estados Unidos negociando lo que podría ser parte del acuerdo.
Sin embargo, la idea de vender la participación provincial en IMPSA no es nueva. En 2023, la provincia ya había confirmado su intención de salir de la compañía y vender la porción estatal. Es importante recordar que Mendoza posee el 21,2% de las acciones, que adquirió tras un desembolso de 5 millones de dólares. Por su parte, la Nación es el accionista mayoritario con el 63,7%, tras aportar unos 15 millones de dólares para la capitalización. El restante 15,1% está en manos de privados: un 9,8% de las acciones corresponde al fideicomiso de acreedores y un 5,3% al fideicomiso de la familia fundadora.
Esta venta plantea serias preocupaciones. En primer lugar, ¿cuáles son las motivaciones reales detrás de la decisión de desprenderse de una empresa que recibió una significativa inversión pública hace apenas tres años? Además, la transferencia de control a una empresa extranjera podría tener implicaciones negativas para la industria nacional y para los trabajadores de IMPSA. En un contexto donde la soberanía industrial es crucial, esta venta parece una salida apresurada y poco estratégica de una inversión que podría haber tenido un retorno a largo plazo para el país y la provincia.
IMPSA es una empresa estratégica para el desarrollo industrial de nuestra provincia y para el país. No es menor su participación en proyectos de centrales nucleares como el CAREM que genera exportaciones por millones de dólares para el país, como también, para pensar en la reconstrucción de la matriz industrial de la provincia.
Con la privatización a manos de capitales extranjeros, la provincia en cabeza de Cornejo se desprende de un activo fundamental para pensar una Mendoza pujante. Tal vez, la venta de las acciones represente una llegada de dólares para la provincia, pero la perdida en capital estratégico, desarrollo tecnológico y capital humano es inmensurable.
Alfredo Cornejo siegue buscando ser el mejor alumno de Milei, con la esperanza de que quien prometió la destrucción del Estado, le garantice fondos para dar un mejor funcionamiento del Estado Provincial. Todo una contradicción en si misma.
El viernes en una insólita conferencia de prensa de los Ministros Caputo y Bausili, anunciaron de manera socavada un endurecimiento del ajuste en pos de levantar los pasivos remunerados del Banco Central – ahora en manos del tesoro – anuncio que no cayó muy bien en los mercados y está encaminando al país a una crisis mayor.
Pareciera no ser el mejor momento para desprenderse de herramientas estratégicas que van a permitir reconstruir la industria provincial. Parece que Cornejo ¡no la ve!